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  • Foto del escritorComunicando UPSE

La cicatriz de la delincuencia


Foto recreación


Eran a las 16h00 del 10 de julio del 2020, el sol se ocultaba detrás de las nubes de tal manera que parecía tenerle miedo de alguien, el viento soplaba muy fuerte haciendo temblar aquel que se encontrará fuera de su vivienda, era un día frío y especialmente para Javier Rodríguez. Aquel hombre acostumbraba salir al banco al mediodía hacer pagos, pero no demoraba en regresar y para su esposa Irlanda Lindao era extraño que no regresara pronto. La preocupación y el temor de que le pasara algo malo corrían por las venas de su amada, quien minutos después recibió una llamada de un conocido diciéndole, “señora su esposo está ensangrentado y botado cerca del antiguo terminal de Santa Elena”, el alma se le cayó al piso.


Con una abertura en la frente, sangre corriendo por su rostro y un ojo morado, como si hubiera salido del ring de boxeo, así se encontraba Javier, luego de que lo asaltaran y dejaran tirado en una vereda.


Habitantes santaelenenses que pasaban en ese momento observaban asombrados esa escena impactante, el silencio en el lugar se convirtió en murmullo de quienes comentaban el hecho. Su conyugue al llegar al sitio lo miró asustada, uno de los moradores se acercó y comentó, “escuché un golpe, cuando salí él estaba tirado en el suelo, pero no vi nada”. Ella sin dudarlo prefirió llevarlo a su domicilio que al hospital, para evitar el contagio del Covid-19.

Rodríguez al llegar a su casa le contó a su familia que había ido a buscar a un amigo que era mecánico, el cual le invitó un trago y luego lo dejó solo, por unos minutos. Mientras sacaba su celular del bolsillo de su pantalón para llamar a su esposa, sintió que alguien se acercó a él, lo golpeó y lo dejó inconsciente. Segundos después escuchaba que alguien le hablaba, reaccionó y se fijó que sus pertenencias ya no las tenía.


Al día siguiente quiso presentar la denuncia, pero prefirió olvidar las cosas porque no confiaba en la justicia de su provincia. Decepcionado y con el dolor en su rostro, agradecía a Dios y a su compañera de vida por no dejarlo solo.


Según el Instituto de Estadística y Censo (INEC), 14 de cada 100 personas han sido víctimas de robo y el 29,9% no denuncian por que no confían en el Sistema Judicial.


Cinco días después de lo ocurrido se enteró que el mecánico había tenido problemas anteriormente con sus clientes, por el mismo motivo que había pasado él. “Ya era costumbre lo que hacía, pero todo lo dejé en manos de Dios”, mencionaba el señor del ring. El dueño del local donde alquilaba el técnico automotriz al ver los inconvenientes que suscitaban hizo un llamado de atención y una advertencia para evitar futuras molestias.


“Me he alejado de esas amistades, porque uno no sabe que corazón tienen”, acotaba defraudado, tras esa mala experiencia vivida no ha vuelto a confiar en las personas de su alrededor y así evitar cualquier incidente que vuelva a dejarle una marca como su cicatriz.



Crónica escrita por María Belén Yagual Mazzini, quien inicia en temas de relatos en este género y es estudiante de la Universidad Estatal Península de Santa Elena (UPSE).

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