Fotografía - Gabriela Rodríguez
Niña en la vereda del mercado #4 del cantón La Libertad
El reloj marca las 15h00 mientras el sol resplandeciente cobija el mercado, ubicado en el cantón La Libertad, con ojos brillantes y voz tierna se encuentra María, de tan solo siete años, quien ayuda en la labor diaria a sus padres, lleva un mandil hecho a su medida, se acerca a los transeúntes de manera insistente y diciendo “cómpreme”, intenta convencerlos, ofreciendo dos funditas de moras a tan solo un dólar, cuando logra su objetivo de venta se retira dando saltitos de felicidad.
Como el caso de María hay muchos que se pueden observar en lugares aledaños al Mercado #4. Existen aproximadamente 10 a 15 niños que oscilan entre 7 a 17 años.
Así mismo, entre las calles está Josué, quien se levanta todos los días a las 07h00 a laborar porque así le han enseñado desde que tiene uso de razón, pero dice que lo hace sin obligación alguna, sino porque le gusta ayudar a su madre y no le agrada quedarse solo. “En mi casa paso aburrido no hay nada que hacer, mientras que en las calles de la zona donde hago mi recorrido vendiendo frutas, me divierto con mis amigos”, comentó el menor, quien lleva cubrebocas, un sombrero de excursionista y varios limones en una funda plástica.
Fotografía-Gabriela Rodríguez
Josué tiene ocho años de edad, fue abandonado por el papá, sin embargo, vive con su abuelita, mamá y sus hermanos, quienes también buscan la forma de generar ingresos para el sustento económico de la familia.
Entre las 18h00 a 19h00 llega a casa, luego recibe clases virtuales y se queda despierto haciendo deberes hasta las 22h00, al día siguiente, nuevamente empieza su rutina desde las 07h00, en el mercado.
Sueña en grande
De igual manera, cerca del sector está un adolescente de 13 años. Él se prepara cada mañana para salir de su casa a las 9h00 con el acompañamiento de sus padres, ellos se dirigen rumbo al mercado para comenzar a recorrer y vender frutas y verduras. Bajo un intenso sol ofrecen a un dólar la funda con uvas, caminan durante largas horas para poder lograr el objetivo de vender toda su mercadería y así evitar que las uvas se descompongan, debido a las altas temperaturas, no importa la condición del clima. Este vendedor prefiere no dar su nombre, así que en este texto se llamará 'Mario', quien además afirma estar dispuesto a ayudar a sus padres para llevar el alimento hasta la mesa de su hogar.
'Mario' realiza cada uno de estos esfuerzos para así poder contribuir con los gastos de servicios básicos y parte de sus estudios. “En el día gano hasta 10 dólares, aunque hay momentos en los que no logro vender casi nada, por la competencia que tengo”, acotó.
El adolescente, piensa que es un ejemplo a seguir para sus hermanos que aún son menores, dice que con esta enseñanza demuestra que se puede ayudar a los padres a cumplir obligaciones y llegar a ser una persona de bien, aprendiendo la labor diaria, es decir, de manera honrada sin tener la necesidad de cometer actos indebidos.
Él cursa el noveno año de secundaria, reconoce que le gusta mucho estudiar y su materia favorita son las matemáticas porque le llaman la atención los números y es necesario para sacar las cuentas al momento de vender sus frutas.
Con su voz llena de emoción y una sonrisa de esperanza dice: “Mi sueño es llegar a ser militar cuando sea grande para poder tener un trabajo y brindarle a mi madre lo que se merece, en agradecimiento al esfuerzo que hizo por mí”.
Fotografía- Adriana González
En otra calle del mercado se encuentra Martina, comerciante de limones, ella está en desacuerdo de que menores de edad acompañen a sus padres al momento de vender mercadería en la plaza porque se enfrentan a muchos peligros. “No veo correcto que ellos carguen a sus niños, y gracias a Dios no ha pasado un accidente que afecte sus vidas. Pienso que mejor deberían estar estudiando y jugando, mis hijos estudian y no los he traído conmigo a trabajo”, afirmó.
Protección para el infante
El artículo 46, literal 2 de la Constitución del Ecuador establece que debe existir, “Protección especial contra cualquier tipo de explotación laboral o económica. Se prohíbe el trabajo de menores de quince años, y se implementarán políticas de erradicación progresiva del trabajo infantil. El trabajo de las adolescentes y los adolescentes será excepcional, y no podrá conculcar su derecho a la educación ni realizarse en situaciones nocivas o peligrosas para su salud o su desarrollo personal. Se respetará, reconocerá y respaldará su trabajo y las demás actividades siempre que no atenten a su formación y a su desarrollo integral”.
En el Código de la Niñez y Adolescencia (CNA) también se determina que menores entre 15 y 17 años de edad pueden laborar seis horas diarias durante cinco días a la semana, tomando en cuenta que esto no perjudique el derecho a la educación y cumpla con el aval legal y laboral para proteger la integridad física y psicológica. Acompañado de la autorización de los padres.
Fotografía-Gabriela Rodríguez
“Los niños que trabajan en las calles suelen ser agredidos verbal y físicamente, exponiéndose al peligro de caer en el consumo o el expendio de sustancias psicotrópicas que se trafican diariamente, estas situaciones incluso acarrean a la prostitución y, sobre todo, pueden adquirir conductas antisociales, trayendo como consecuencia desarrollar enfermedades, dolencias físicas, desbalances alimenticios o sufrir abusos por parte de adultos”, expresó, Ivonne Suárez, psicóloga.
Pobreza, abandono de los padres o fallecimiento de familiares, son algunos de los motivos para que exista trabajo infantil, mencionó Suárez, quien ha tratado varios casos de estos. Ella asegura que deberían existir estrategias gubernamentales para ayudar a erradicar esta problemática, por ejemplo crear proyectos para facilitar el acceso a una educación de calidad pertinente dirigida a los menores de bajos recursos.
Danny Gavino, técnico del Consejo de Protección Integral de Derechos (CPID), manifestó que una de las primeras acciones es crear y gestionar políticas públicas, las cuales deben proponer como objetivo principal erradicar el trabajo infantil en los alrededores del mercado del cantón La Libertad.
Entre las actividades que por el momento está haciendo personal del CPID, es trabajar en conjunto con la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), efectuando operativos en las calles que conectan hacia el mercado.
El técnico indicó que desde el 2014 existe una ley de ordenanza que regula la implementación de políticas para la prevención y erradicación del trabajo infantil, específicamente cerca del mercado del cantón. “Esta ordenanza señala que en las calles no debería existir el trabajo infantil, ni la mendicidad en absoluto. Porque para nosotros la prioridad es que niños, niñas y adolescentes tengan derecho a crecer en ambientes adecuados”, informó Gavino.
Por su parte, el sargento segundo Milton Bazante, agente de la Dinapen explicó que se han reportado casos de trabajo infantil, no obstante, no pueden proceder debido a que no existe una denuncia previa y el hecho corroborado. Agregó que existen casos en los que denuncian, pero al momento de que la Policía Nacional acude, el o la denunciante evade su responsabilidad.
Existen organizaciones privadas en el cantón, una de ellas es la Fundación Melvin Jones encargada en impulsar los proyectos y campañas para la erradicación del trabajo infantil, bajo el aval del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).
La fundación Melvis Jones, en conjunto con la Dinapen, anualmente ejecuta recorridos para detectar la dinámica del trabajo infantil. Una vez descubierto un caso se procede de la siguiente forma, “se lo aborda, luego es llevado a su domicilio, para después vincularlo a la fundación. Siempre hay un grupo de técnicos que llega a consensos con los padres de familia porque no los podemos ingresar así por así”, acotó Alberto Olives, promotor del proyecto de erradicación del trabajo infantil.
La vinculación con la fundación consiste en que de forma periódica los técnicos visitarán la vivienda de los menores de edad y realizan una atención integral, primero evidencian la forma de vida, además, identifican si el niño requiere algún tipo de terapia, ya sea física, de lenguaje u ocupacional. En caso de necesitar uno de estos servicios, la fundación lo brinda de manera gratuita. La entidad también gestiona las citas médicas.
Si los niños no están estudiando, los técnicos realizan el trámite con el Ministerio de Educación para que se inserten al sistema educativo.
El promotor del proyecto de erradicación del trabajo infantil, aseguró que han encontrado laborando a niños de todas las edades. “Incluso hasta de cinco años que son hijos de comerciantes de la región sierra y los mandan a vender sus productos, ya que tienen enraizada esa cultura de trabajar desde pequeños, siendo un poco difícil sacarlos de esa situación, debido a que al momento de explicarles sobre el proyecto se ponen groseros y no hay corresponsabilidad por parte de ellos”, aseguró Olives.
Trabajar con los padres de familia para hacer entender los derechos y deberes de los niños, niñas y adolescentes es uno de los primeros obstáculos. “Nosotros, los paisanos inculcamos a nuestros hijos desde pequeños para que emprendan y poco a poco puedan valerse por sí mismo”, mencionó Juana, vendedora de frutas en las veredas del mercado.
La fundación Melvis Jones, promueve cursos vacacionales, para ello captan a un total de 80 niños, invitándolos a participar de talleres mensuales, de igual forma, trabajan con los padres de familia y la comunidad. El proyecto se da mediante un convenio que se firma anualmente con el Ministerio De Inclusión Económica y Social (Mies).
Tanto las fundaciones, la Policía Nacional y las leyes concuerdan en que si una persona identifica a niños, niñas y adolescentes trabajando debe denunciar a la fiscalía o a entidades que luchan contra este tipo de actividades para así erradicar el problema.
Redactado por:
Gabriela Rodríguez
Bárbara Campoverde
Adriana González
Kerly Cruz
Fátima Gonzabay
Alexis Encalada
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